domingo, 2 de enero de 2011

GONGORISMOS (II)



Don Luis acodado en el malecón, sacando humo de un hiperbólico veguero, deja volar su verbalidad habanera:


"Ahora se enciende la granada con sus innumerables corpúsculos secretos, el instante de su vehemencia no corrompe el crecimiento de sus fragmentados temperamentos, culmina en una llama que adquiere forma de fruto, traza las mansiones del instante, que percibe anchurosas y dilatadas. Guirnaldas y zarcillos trazan y encubren la aguda fineza del ramaje para la doncellez que se apresta a la fiesta de la consagración. Fineza del ramaje que envuelve a la mujer como un árbol y le da carne de la vegetación y su lenguaje de evaporación deseosa. Llamas que propagan también su lenguaje y un centro de conservación, pues son como la primera puerta del resguardo invencionada por el hombre. Manos que se adelantan para ver, visión palpatoria que va reconstruyendo la estatua, cuando la visión retrocede ante la diversa proliferación de los hilos. Voz que marca el aliento, haciéndose en el sentido y deshaciéndose en la extensión."

[tomen aire, ...y prosigamos] 

"/... / Después de ese colmo de luminosidad, los objetos de Góngora parecen arrebatados por un tropel venatorio, por las súbitas aglomeraciones del imán. Aparece en la colina el cabrero, destacándose en el relieve de esa prueba heliotrópica, recibiendo la arribada del tropel de cazadores, que como imanes han ido sumando las más  desprendidas y altivas levitaciones. Se enarca el torso del pastor guerrero, como la coincidencia del pasmo de luminosidad con el arrastre de los imanes, de las diversidades puestas en marcha para llevar el remolino a lo venatorio, el tropel a cejijunto y continuado desfile /... / Entre esa bipolaridad del heliotropo y del imán, don Luis crea y aclara nuestro idioma, la malicia meridional en la visión reducida a lo que se ve. Si precisa un árbol (el árbol que desprende como una lasca de su corteza a la mujer) suelta después los incesantes conejos, las abejas. Aprieta, como el chirriar de un cordaje de clave, esos conejos y esas abejas, entre el árbol de la metamorfosis y la erudita cabra de Amaltea".


José Lezama Lima, Sierpe de Don Luis de Góngora.

2 comentarios:

  1. ¡Qué bien! Que corra el linimento.
    Abrazos

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  2. Eso, eso, que corra el linimento. Aquí está la fórmula que cura el tedio de lo confesional, y alivia las jergas de balneario:

    http://diosas-nubes.blogspot.com/2010/04/g-y-punto.html

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