PARTENIO
El giro del tiovivo es algo más que una conjetura
apenas sustentada en un vago enjambre de mayo.
El giro del tiovivo es aire, aire
que se deshila largamente sobre el clamor de los párpados y el palpitar de las mejillas,
y se adelgaza en un silbo tembloroso para morir frente al mundo,
alegando pasado.
¿Quién conoce el secreto
guardado en el cuello vulnerable de un susurro al oído?
Hagesícora da vueltas en torno al fin del día
sobre un caballito del color fugaz del pensamiento,
y el tiovivo va más y más aprisa,
hacia un extasis perplejo de mudanzas, nube
que finge mil paisajes y máscaras, materia
sola que persigue ser silencio.
El tiovivo insiste en su empeño de no llegar a sitio alguno,
en huida perpetua del invierno,
y se comba sobre sí mismo como una interrogación.
Y Hagesícora da vueltas alrededor del miedo de los hombres:
amazona dorada que monta sobre un sueño,
dejando a sus espaldas un perfume de ruinas.
Hay quien dirá que el tiovivo es un embuste,
sólo un terco chirrido de cigarra atormentada
bajo los andamiajes ciegos de la escarcha.
Mas no lo pienses y contempla a Hagesícora dar vueltas
sobre la vida y la muerte, altiva en su inocencia,
con sus cabellos del color incomprensible que gravita en las despedidas.
Contempla a Hagesícora volverse un rumor para siempre
sobre el mundo tendido, ya amapola.
¿Quién conoce el secreto
guardado en el talle quebradizo de una carcajada?
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Juan Manuel Macías abre su nuevo libro de poemas ("Tránsito") con este Partenio: giro, danza, ronda de planetas, ...tiovivo de extrarradio que se convierte en emblema del poemario y marca el tono del resto de las composiciones. Cualquier comentario que yo pudiera añadir no haría sino estorbar la presencia resplandeciente del poema. Tiempo habrá para hablar largo y tendido de un libro al que sin duda espera un dilatado recorrido dentro de los mundos de la poesía contemporánea. El propio autor nos presta además unas deliciosas reflexiones, que se pueden servir como acompañamiento (Aquí).
Abandónense, piérdanse en la danza de Hagesícora (¡ah! estas muchachas griegas de finos tobillos!), cierren los ojos, el poeta pone la música. (Lo sé de buena tinta: el juglar Macías mide los acentos con un caramillo.)
Muchas gracias, Don Ángel.
ResponderEliminar(Lo del caramillo me ha emocionado. Reconozco que en una primera interpretación apresurada del texto me pareció leer una -j- en lugar de -m-)
Abrazo grande.
Creo que solo si falla el caramillo -hay días que no está uno para nada- es lícito echar mano del carajillo, y aún en estas contadas ocasiones ha de usarse el remedio con mucha moderación.
ResponderEliminarAbrazos y enhorabuena por ese magnífico Tránsito.
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