martes, 25 de enero de 2011

LOS INGREDIENTES BÁSICOS DE LA MATERIA

Perezoso y mal intencionado. (Como Dios antes de la Creación).
Arno Schmidt


otra escuela hoy justamente execrada / no pronunciaré aquí su nombre de infausto recuerdo / afirma que es el tedio el atributo que distingue a los inmortales / su primordial estado de ánimo / y para combatirlo Dios ha ideado el Juego del Mundo / en el cual una partida dura exactamente diecisiete kalpas / (un kalpa equivale en el tiempo de los hombres a un período de 4.320 millones de años) / al inicio de cada juego Dios crea el mundo / mediante un generoso y narcisista acto de desmembramiento reparte su infinitud entre el torbellino finito de los seres posibles / dotando a todos y cada uno de ellos del salutífero don del olvido de su naturaleza divina / así el Único actor de todos los papeles se ofusca hasta tal punto en su representación que llega a perder conciencia de cualquier vestigio de sí mismo / el placer lo aportan al juego los enrevesados caminos a través de los cuales cada criatura llega a redescubrir la ilusión original del mundo / y las muestras de coraje o apocamiento con que cada ser se enfrenta a los batallones de espectros convocados para confundirle mientras no le llega la hora de reconocerse como parte escamoteada de la divinidad / ... / ... / de entre los numerosísimos textos que en aquellos aciagos días contribuyeron a enturbiar la mente de nuestros conciudadanos cabe destacar / por su calculada y mal camuflada perfidia / uno en el que apenas es posible encontrar una vaga referencia a la teoría del juego divino / el engañoso texto tiene la apariencia de un breve apunte de lectura y como tal se muestra ligero e inocente / ocultando en su pecho un corazón envenenado / se queja el autor en la nota de su flaca memoria / de la facilidad con que los libros leídos se deslizan en un corto plazo de tiempo hacia el olvido / pasados unos pocos meses ya es necesario un gran esfuerzo de concentración para rememorar el ambiente / los sucesos / o los personajes de tal o cual obra / y de ninguna manera alcanzo a reconstruir en sus ajustados términos un párrafo / un tramo de diálogo / o un hallazgo especialmente afortunado / (hasta aquí todo va bien y no enseña el diablo su pezuña / pero tengamos paciencia que no tardará en despeñarse / veamos cómo continúa) / puedo evocar vagamente la descripción de algún paisaje / un bosque mojado después de la tormenta vespertina / el brillo de la luna en las hojas de un álamo volteadas por la brisa / o un rasgo de carácter significativamente simpático o desagradable del protagonista / pero soy incapaz de volver a montar (¡atención a esto!) una simple frase de cuatro o cinco vocablos / el texto se ha disuelto / sus componentes han volado por los aires (¡allá va el condenado!) aventados por un huracán entrópico que ha devuelto las palabras al almacén léxico de donde habían salido (¡aquí ya apesta a azufre!) / sobre aquellas maravillosas construcciones sopla sin tregua el olvido / como el viento sobre la cresta de las dunas / y cada elemento emprenderá / en desordenado concierto / el camino de retorno al Todo que contiene la suma de las expresiones posibles / el conjunto finito de todos los significados / pasados / presentes / y futuros / (¿para qué seguir?) / ... / ... / las heridas aún permanecen abiertas / y los estragos han sido de tal calibre que no parece adecuado explayarnos ahora en las catastróficas consecuencias / morales y políticas / que semejantes pensamientos han propiciado / así que nos limitaremos a mencionar / para prevención de incautos y advertencia de melancólicos / las desgracias del infortunado Daniel Paul Schreber (1842-1911) / doctor en derecho y Presidente de una de las Cámaras del Tribunal Supremo del Land de Dresde / que comenzó a torcer su brillante destino el día que dio en afirmar que el alma humana estaba compuesta de nervios / unos elementos de extraordinaria sutileza susceptibles de ser representados como finísimos hilos de seda que / en palabras del infeliz letrado / no son sino partículas del Ser Supremo / al cual habrán de regresar en el momento de nuestra muerte / le alcanzó a él la suya encerrado en un manicomio / anhelando ser voluptuosamente inseminado por Dios para engendrar una nueva estirpe de Bienaventurados / y escribiendo en su descargo cosas tales como / “tanto me he acostumbrado / a imaginar que mi cuerpo posee un trasero femenino / -honni soit qui mal y pense*- / que siempre experimento tal impresión / al inclinarme para coger algo” / Dios le conceda en el más allá / el descanso que no pudo gozar en vida /


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* En francés en el original: maldito sea el que piense mal de esto. La expresión constituye una frase hecha en lengua francesa, y está tomada de la divisa de la antigua Orden de Caballería de la Jarretière, instituida en 1348, en la Corte de Inglaterra, por el monarca Eduardo III, para honrar las ligas (jarretière) de su favorita la condesa de Salisbury. Orden –no debemos ocultarlo– a la que pertenecen desde hace varias generaciones los varones que ocupan el trono de España.

(De El ave fénix solo caga canela)

viernes, 21 de enero de 2011

FRANCOTIRADOR

                                                                                                                                              I´m just a patsy.
Lee Harvey Oswald
                No apreté el gatillo
            Continué sentado
Observando la escena desde lo alto
            Niños ingrávidos
            Alborotados grupos
Llegaban a la par que la comitiva
            Desde los senderos
            Y la grava del parque
Los sujetaban sus padres de la mano
            Empujando el aire
            Sin tocar suelo
Los más traviesos se cogían de las ramas
            Elásticas y tiernas
            De algún arbusto
Para remontar un poco el vuelo ¡cuidado!
            Risas y empujones
            Lindas cabriolas
Las madres llevan máscaras transparentes
            Más pequeñas
            Que sus rostros
            ... /...
 (aquí se interrumpe el manuscrito)

(De El ave fénix solo caga canela)

viernes, 14 de enero de 2011

INFORME DE DAÑOS


Amo la vida, aunque sólo sea una sucesión de angustias.
FRANKENSTEIN, Mary W. Shelley
¿de quién son las líneas de estas manos? / ¿para quién sus fatales o errados pronósticos? / pueden matar pero apenas las siento / tampoco siento a este hombre que maneja el zumbido a mi espalda / ¿mi espalda? / ni siquiera estoy seguro de poder adivinar en qué momento la aguja está suspendida en el aire / cuándo alza la mano y entorna los ojos con gesto de profesionalidad dilapidado / o cuándo da punzadas sobre mi piel siguiendo el trazado de puntos de un dibujo todavía no visible pero ya construido en su mente / le dije que sí al primero que me enseñó / sólo quería entrar para descansar y esconderme / creo que representaba un dragón o un gallo / no sé / me pareció que las líneas se movían en la lámina que me tendió / entrelazándose como nido de serpientes / era yo que tiritaba de frío y de fiebre / ahora siento el calor de su lámpara posándose suavemente sobre la nuca y el hombro / ... / es muy callado / ni siquiera habló cuando entré corriendo en su tienda cubierto de barro / se limitó a mostrarme el álbum de modelos / ahora sólo existe como esa persistente vibración a través de la cual percibo la concentración minuciosa que pone en su tarea / nada más se mueve en la penumbra del cuarto / la noche se ha instalado sin tránsito entre los edificios adormecidos por la tarde de lluvia / aún puedo oír desde aquí gotear el agua amarga que tuerce el gesto sobre los charcos de la acera / ... / seguro que me siguen buscando / son incansables sus perros / las mujeres gritaban como locas / ¡ahí va la criatura! / ¡se escapa el monstruo! / me persiguen con saña / ¿no se fatigan? / ¿no tienen dudas? / ahora el biombo nos oculta y a nadie se le ocurriría buscarme aquí / sólo las sombras medrosas de los que cruzan apresuradamente la calle atraviesan distorsionadas los cristales del escaparate y ensayan unos pasos borrachos sobre las paredes y el techo del cuarto / clientes fantasma eligiendo tatuajes para sus pesadillas / ... / el miedo es tan contagioso como la peste / y más letal / pero él no se asustó / es posible que no sepa nada / o quizá está esperando la oportunidad para salir corriendo y denunciarme / yo estoy sentado y él ha tenido que subirse a una caja de madera para alcanzar con comodidad mi espalda / podría estrangularlo con una sola mano / es mi mano puesto que sólo a mí obedece / no le haré daño / parece viejo y cansado / no le vendría mal un poco de compañía / podría llegar a convertirme en su ayudante / un camarada lento que sonríe muy de cuando en cuando / le ayudaría a tener esto un poco más ordenado y echaría a los borrachos / él preparará la cena y yo vigilaré la puerta / ya nunca saldré de aquí / aprenderé a dibujar sobre la piel de la gente / inventaré nuevos motivos y ocultaré mis palabras entre los arabescos / algún día alguien entenderá /


(De El ave fénix solo caga canela)

domingo, 9 de enero de 2011

EL ARTE DE LA GUERRA




En el “Julio Cesar” de Mankiewicz, todos los personajes tienen flequillo sobre la frente. Unos lo
 tienen rizado, otros filiforme, otros muy poblado, otros aceitado, todos lo tienen bien peinado.
Roland Barthes

Este año [1998], un setenta y cinco por ciento largo de los hombres de la industria
del porno y sus alrededores parecen llevar variantes del concepto de perilla.
David Foster Wallace

encontrado un generoso mechón de vello púbico entre las páginas de un libro comprado en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión / no es un libro de versos ni una narración de apasionados encuentros eróticos / se trata de un modestísimo volumen de muy pocas páginas / bien conservado aunque con la cubierta ligeramente erosionada / quebradiza y agrietada por la excesiva exposición a la luz / titulado “CALENDARIO DEL OBISPADO DE CÁDIZ / Islas Canarias y posesiones españolas en África / para el año 1936 / Contiene las tablas de las Mareas / y los Ortos y Ocasos del Sol y de la Luna” / en la primera página / a modo de dedicatoria o declaración de principios del anterior propietario / escrita a lápiz con los rasgos enérgicos y la caligrafía funcionarial de la época aparece la siguiente frase: / “Se pueden fingir las virtudes / pero no los vicios” /

(De El ave fénix solo caga canela)

domingo, 2 de enero de 2011

GONGORISMOS (II)



Don Luis acodado en el malecón, sacando humo de un hiperbólico veguero, deja volar su verbalidad habanera:


"Ahora se enciende la granada con sus innumerables corpúsculos secretos, el instante de su vehemencia no corrompe el crecimiento de sus fragmentados temperamentos, culmina en una llama que adquiere forma de fruto, traza las mansiones del instante, que percibe anchurosas y dilatadas. Guirnaldas y zarcillos trazan y encubren la aguda fineza del ramaje para la doncellez que se apresta a la fiesta de la consagración. Fineza del ramaje que envuelve a la mujer como un árbol y le da carne de la vegetación y su lenguaje de evaporación deseosa. Llamas que propagan también su lenguaje y un centro de conservación, pues son como la primera puerta del resguardo invencionada por el hombre. Manos que se adelantan para ver, visión palpatoria que va reconstruyendo la estatua, cuando la visión retrocede ante la diversa proliferación de los hilos. Voz que marca el aliento, haciéndose en el sentido y deshaciéndose en la extensión."

[tomen aire, ...y prosigamos] 

"/... / Después de ese colmo de luminosidad, los objetos de Góngora parecen arrebatados por un tropel venatorio, por las súbitas aglomeraciones del imán. Aparece en la colina el cabrero, destacándose en el relieve de esa prueba heliotrópica, recibiendo la arribada del tropel de cazadores, que como imanes han ido sumando las más  desprendidas y altivas levitaciones. Se enarca el torso del pastor guerrero, como la coincidencia del pasmo de luminosidad con el arrastre de los imanes, de las diversidades puestas en marcha para llevar el remolino a lo venatorio, el tropel a cejijunto y continuado desfile /... / Entre esa bipolaridad del heliotropo y del imán, don Luis crea y aclara nuestro idioma, la malicia meridional en la visión reducida a lo que se ve. Si precisa un árbol (el árbol que desprende como una lasca de su corteza a la mujer) suelta después los incesantes conejos, las abejas. Aprieta, como el chirriar de un cordaje de clave, esos conejos y esas abejas, entre el árbol de la metamorfosis y la erudita cabra de Amaltea".


José Lezama Lima, Sierpe de Don Luis de Góngora.