Perezoso y mal intencionado. (Como Dios antes de la Creación).Arno Schmidt
otra escuela hoy justamente execrada / no pronunciaré aquí su nombre de infausto recuerdo / afirma que es el tedio el atributo que distingue a los inmortales / su primordial estado de ánimo / y para combatirlo Dios ha ideado el Juego del Mundo / en el cual una partida dura exactamente diecisiete kalpas / (un kalpa equivale en el tiempo de los hombres a un período de 4.320 millones de años) / al inicio de cada juego Dios crea el mundo / mediante un generoso y narcisista acto de desmembramiento reparte su infinitud entre el torbellino finito de los seres posibles / dotando a todos y cada uno de ellos del salutífero don del olvido de su naturaleza divina / así el Único actor de todos los papeles se ofusca hasta tal punto en su representación que llega a perder conciencia de cualquier vestigio de sí mismo / el placer lo aportan al juego los enrevesados caminos a través de los cuales cada criatura llega a redescubrir la ilusión original del mundo / y las muestras de coraje o apocamiento con que cada ser se enfrenta a los batallones de espectros convocados para confundirle mientras no le llega la hora de reconocerse como parte escamoteada de la divinidad / ... / ... / de entre los numerosísimos textos que en aquellos aciagos días contribuyeron a enturbiar la mente de nuestros conciudadanos cabe destacar / por su calculada y mal camuflada perfidia / uno en el que apenas es posible encontrar una vaga referencia a la teoría del juego divino / el engañoso texto tiene la apariencia de un breve apunte de lectura y como tal se muestra ligero e inocente / ocultando en su pecho un corazón envenenado / se queja el autor en la nota de su flaca memoria / de la facilidad con que los libros leídos se deslizan en un corto plazo de tiempo hacia el olvido / pasados unos pocos meses ya es necesario un gran esfuerzo de concentración para rememorar el ambiente / los sucesos / o los personajes de tal o cual obra / y de ninguna manera alcanzo a reconstruir en sus ajustados términos un párrafo / un tramo de diálogo / o un hallazgo especialmente afortunado / (hasta aquí todo va bien y no enseña el diablo su pezuña / pero tengamos paciencia que no tardará en despeñarse / veamos cómo continúa) / puedo evocar vagamente la descripción de algún paisaje / un bosque mojado después de la tormenta vespertina / el brillo de la luna en las hojas de un álamo volteadas por la brisa / o un rasgo de carácter significativamente simpático o desagradable del protagonista / pero soy incapaz de volver a montar (¡atención a esto!) una simple frase de cuatro o cinco vocablos / el texto se ha disuelto / sus componentes han volado por los aires (¡allá va el condenado!) aventados por un huracán entrópico que ha devuelto las palabras al almacén léxico de donde habían salido (¡aquí ya apesta a azufre!) / sobre aquellas maravillosas construcciones sopla sin tregua el olvido / como el viento sobre la cresta de las dunas / y cada elemento emprenderá / en desordenado concierto / el camino de retorno al Todo que contiene la suma de las expresiones posibles / el conjunto finito de todos los significados / pasados / presentes / y futuros / (¿para qué seguir?) / ... / ... / las heridas aún permanecen abiertas / y los estragos han sido de tal calibre que no parece adecuado explayarnos ahora en las catastróficas consecuencias / morales y políticas / que semejantes pensamientos han propiciado / así que nos limitaremos a mencionar / para prevención de incautos y advertencia de melancólicos / las desgracias del infortunado Daniel Paul Schreber (1842-1911) / doctor en derecho y Presidente de una de las Cámaras del Tribunal Supremo del Land de Dresde / que comenzó a torcer su brillante destino el día que dio en afirmar que el alma humana estaba compuesta de nervios / unos elementos de extraordinaria sutileza susceptibles de ser representados como finísimos hilos de seda que / en palabras del infeliz letrado / no son sino partículas del Ser Supremo / al cual habrán de regresar en el momento de nuestra muerte / le alcanzó a él la suya encerrado en un manicomio / anhelando ser voluptuosamente inseminado por Dios para engendrar una nueva estirpe de Bienaventurados / y escribiendo en su descargo cosas tales como / “tanto me he acostumbrado / a imaginar que mi cuerpo posee un trasero femenino / -honni soit qui mal y pense*- / que siempre experimento tal impresión / al inclinarme para coger algo” / Dios le conceda en el más allá / el descanso que no pudo gozar en vida /
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* En francés en el original: maldito sea el que piense mal de esto. La expresión constituye una frase hecha en lengua francesa, y está tomada de la divisa de la antigua Orden de Caballería de la Jarretière, instituida en 1348, en la Corte de Inglaterra, por el monarca Eduardo III, para honrar las ligas (jarretière) de su favorita la condesa de Salisbury. Orden –no debemos ocultarlo– a la que pertenecen desde hace varias generaciones los varones que ocupan el trono de España.
(De El ave fénix solo caga canela)